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Visita en Darmstadt

Tras más de tres semanas de vacaciones y viajes, volver a empezar las clases no fue nada fácil. Sin embargo, me animaba pensar que a lo largo de esta semana iba a tener visita en Darmstadt. Este jueves vinieron Froila y Steffen, aprovechando que estaban pasando unos días en Frankfurt: me hizo mucha ilusión que vinieran :) Sólo pudieron quedarse un rato, pero a pesar de ello nos dio tiempo a ver mi residencia y un poco de Darmstadt. Esta última semana ha hecho un sol esplendido en Alemania, por lo que pudimos dar un paseo por la ciudad.

En el camino de entrada a mi residencia

Primero fuimos a un lago que hay dentro de la ciudad, llamado "Großer Woog". Desde ahí subimos a la Mathildenhöhe, donde se encuentra una colonia de artistas que fue fundada a principios de siglo. Ahí se encuentra la capilla rusa y la torre que aparece en el isotipo de la ciudad, aparte de varios edificios del Jugendstil. Es uno de los sitios más llamativos de Darmstadt: casi todo el resto de la ciudad fue destruido durante la Segunda Guerra Mundial. Después pasamos por la universidad y vimos el palacio, pero no llegamos hasta el centro, ya que casi sólo consiste de edificios reconstruidos.

Capilla rusa y torre de la Mathildenhöhe

Froila me contó todo lo que habían visto en estos últimos días: la verdad es que el tiempo les había cundido mucho! Me alegré mucho de que le estuviera gustando Alemania :) El alemán le sigue pareciendo complicado, aunque yo defiendo que es más fácil que hablar francés :D En cualquier caso, me encantó volver a verla y enseñarle un poco la ciudad en la que vivo desde hace ya más de seis meses. Como decía ella misma, "Die Zeit vergeht schnell!", aunque sólo sea en algunos sentidos. Algunas fotos más, aquí.

La torre estaba cerrada, pero a través de la verja se veía un poco del interior

Centroeuropa

Al día siguiente de llegar a Darmstadt, me volví a ir de viaje: esta vez se trataba de una ruta por varias ciudades del centro de Europa. Empezamos en Praga, desde donde continuamos a Bratislava, Viena, Innsbruck y Neuschwanstein. La mayoría siguió el viaje un día más hasta Salzburg, pero algunos nos volvimos antes, ya que teníamos que estar de vuelta el lunes. En total recorrimos más de 1800 kilómetros, cambiando de medio de transporte en cada tramo: fuimos en avión, en autobús, en tren y en coche! La verdad es que ha sido un viaje muy entretenido, ya que estábamos todo el rato en movimiento viendo cosas :)

Ver mapa más grande

La ventaja de estar pocos días en cada ciudad es que sólo da tiempo a ver lo más importante, que también suele ser lo más impactante, por lo que todos los sitios me resultaron impresionantes. Aunque ya había estado antes en Praga, Bratislava y Viena, vi muchas cosas que todavía no conocía. Eso si, también reconocí muchos sitios y recordé la situación cuando había estado ahí por última vez: por ejemplo, me acordé de muchos detalles del Interrail que hice hace más de tres años en un contexto totalmente distinto. Eso también me recordó que cuando vaya a Madrid debería renderizar de una vez la parte del video del Interrail que edité... :D

Poco antes de coger el tren a Mainz: en el viaje eramos nueve

El lunes cogimos un vuelo de Ryanair de Frankfurt Hahn a Praga. Nunca había ido al aeropuerto de Hahn ni había volado con Ryanair, pero la verdad es que fue mucho mejor de lo que esperaba :D Para llegar a Hahn fuimos en tren hasta Mainz y de ahí cogimos un autobus. El aeropuerto es realmente pequeño: casi parece de juguete! Para acceder al avión no hay ni pasarela ni autobús, sino que hay que ir andando por la plataforma siguiendo unos caminos marcados, por lo que es posible ver los aviones con todo detalle. Aparte de la publicidad durante el trayecto, el vuelo fue como otro cualquiera.

Mientras subíamos, pudimos ver de cerca como se movían los aviones

Cuando llegamos a Praga, multiplicamos por cien y dividimos entre cuatro unos cuantos euros, obteniendo asi lo que parecían grandes cantidades de coronas checas: el billete de quinientos tenía buena pinta, pero era una desilusión darse cuenta de que realmente sólo eran veinte euros. Aún así, el cambio de moneda fue ventajoso, ya que traducido a euros todo era bastante barato. El trayecto en autobús desde el aeropuerto a la ciudad fue muy entretenido, debido a la curiosa combinación de inexistentes amortiguadores y pronunciados baches :D Poco después llegamos al albergue, que tenía lo más importante: WiFi gratis.

La catedral de Praga se encuentra dentro del castillo

Aunque ya había estado en Praga, la ciudad me sorprendió: no recordaba que hasta los edificios en los callejones más recónditos tienen valor histórico. Por ello, todo el centro es Patrimonio de la Humanidad. Recorrimos la ciudad de este a oeste, viendo la Ciudad Vieja, el ayuntamiento, el Puente de Carlos, el castillo y la Catedral de San Vito. También hay algunos sitios curiosos: por un lado, en una de las laderas al borde del río se puede ver un enorme metrónomo, que sustituye un antiguo monumento a Stalin. Por otro lado, al oeste de la ciudad hay una torre de observación, que parece una versión pequeña de la torre Eiffel.

Praga al anochecer: al fondo se ve la catedral y el castillo

Hubiera sido interesante subir a esa torre, pero al final no nos dio tiempo. Poco antes de que anocheciera del todo, pudimos dar una vuelta por un barrio muy curioso, ya que está en una isla creada artificialmente por un canal. Uno de los puentes que cruzan el canal está repleto de candados, al estilo, por ejemplo, del Pont des Arts en Paris. En esa zona también hay un mural dedicado a John Lennon, en el que apenas queda espacio para nuevas obras de arte. Al otro lado del rio se encuentra la Casa Danzante, que parece una pareja bailando: eso si, sólo pudimos verla de lejos :(

Al ser un canal estrecho, el puente es corto y la densidad de candados es alta

Al día siguiente continuamos el viaje en autobús hacia Bratislava. A pesar de que el billete sólo nos costó 14 €, nos regalaron botellas de agua y chocolate durante el trayecto. Además el autobús tenía WiFi gratis, por lo que pasé la mayor parte del viaje perdiendo el tiempo en Internet con el móvil :D Aunque sólo estuvimos una noche en Bratislava, unos amigos de ahí nos guiaron para ver lo importante en poco tiempo. Esa noche cenamos en un restaurante típico, donde probamos el bryndzové halušky: se trata de una especie de gnocchi recubiertos con queso de cabra. También hubo unos beberajes de más de 50º, que preferí no probar.

Los brasileños de la mesa de al lado nos retaron para ver quien podía beber más

Por suerte, las escenas de Eurotrip acerca de Bratislava tienen poco que ver con la realidad: el castillo y el centro están muy bien, y recuerdo que en verano las calles estaban repletas de terrazas, dando mucha vitalidad a la ciudad. Eso si, tampoco se puede comprar la ciudad por un céntimo :D La última vez que había estado en Bratislava, Eslovaquia todavía tenía su propia moneda, pero en Enero del año pasado introdujeron el euro. En una de las calles del centro de la ciudad hay una estatua muy curiosa: se trata de un trabajador que asoma por la boca de una alcantarilla, con una señal de tráfico a su lado indicando "Man at work".

Cerca de esta estátua hay otra de un hombre con sombrero de copa

El jueves por la mañana cogimos un tren a Viena, que está a menos de 100 km de Bratislava. El albergue al que llegamos aquel día era muy peculiar: no estaba en un único edificio, sino que se trataba de un conjunto de apartamentos que estaban en la misma calle. En una mezcla homogénea de inglés y alemán, la recepcionista nos pidió insistentemente que no armaramos lio, ya que siempre tenía problemas con los españoles :D El apartamento estaba reformado para obtener la mayor cantidad posible de habitaciones dobles, a las que se accedía desde un pasillo laberíntico: lo único que faltaba era la cocina!

Palacio de Schönbrunn, visto a través de la cascada de la fuente de Neptuno

Lo más interesante era la instalación WiFi: la conexión se obtenía a través de un cable coaxial que estaba conectado a dos routers. Eso si, en vez de estar en un armario o similar, los aparatos estaban malamente sujetos a la pared, con todos los cables colgando. En cualquier caso, lo importante es que era gratis :D En Viena estuvimos dos noches, por lo que nos dio tiempo a ver bastante cosas: desde los palacios imperiales hasta la noria del Prater, pasando por la catedral, el centro de la ciudad, el rio y el barrio de los museos. Junto a los museos hay un nuevo centro cultural, en el que se exponen todo tipo de obras de arte.

La noria está en el parque del Prater y fue construida hace más de cien años

El segundo día quedamos con una amiga que vive en Viena, pero que había estado en Darmstadt durante el primer semestre: nos guío por algunas partes de la ciudad que no habíamos visto, incluyendo explicaciones con todo detalle. Además, nos invitó a los nueve a cenar a su casa :) También estuvimos en dos restaurantes muy interesantes: por un lado, estuvimos en el "Centimeter II", en el que casi todas las comidas van por longitud. Por ejemplo, es posible pedir dos metros de salchicha, y las jarras de cerveza indican su contenido en centímetros. Eso sí, las raciones son increiblemente grandes: casi no pude terminar!

Para que cupiera en el plato, la salchicha estaba dividida en dos partes de un metro

Por otro lado, estuvimos en un restaurante de crepes en el que hacía falta un buen rato para entender la carta, ya que se pueden hacer combinaciones de todo tipo: al final optamos por la opción de tres crepes distintas servidas en una misma sartén, por lo que la mezcla de sabores era muy interesante. Además, aprendí una palabra nueva, ya que no sabía que en alemán las crepes saladas se llaman "Palatschinken". El sábado por la mañana continuamos el viaje hacia Innsbruck, aunque esta vez en coches alquilados: una parte del camino era por Alemania, donde probamos la inexistente limitación de velocidad :D

De camino pasamos por el Chiemsee, un lago enorme que casi parece un mar

Innsbruck es una ciudad rodeada por los Alpes: en todas las direcciones se ven enormes y sobrecogedoras montañas. Después de dar una vuelta por el centro, cogimos un funicular que sube 300 metros hasta una parte de la ciudad que se encuentra en la ladera de una montaña. Los trenes consisten de varias cabinas que se van inclinando segun la pendiente de la vía, de manera que el suelo siempre permanece horizontal. Los últimos tramos son bastante impresionantes, ya que el tren sube la ladera a toda velocidad. Las estaciones fueron diseñadas por la arquitecta Zaha Hadid y son realmente curiosas: parecen de hielo!

El funicular fue renovado entre 2004 y 2006

Las vistas desde arriba sobre la ciudad eran impresionantes: hicimos un montón de fotos mientras veíamos pasar los trenes del funicular, ya que todavía no sabíamos que esos trenes eran los últimos del día :D Cuando quisimos bajar, la estación estaba cerrada, por lo que tuvimos que bajar andando por estrechos e inclinados caminos que atravesaban el bosque de la ladera. Además se hacía de noche por momentos y los caminos estaban cortados por tala de árboles, pero al final conseguimos llegar sanos y salvos al pie de la montaña. Fue un paseo entretenido, pero hubiera estado bien aprovechar el billete de ida y vuelta :(

Aprovechamos los últimos momentos de luz para hacer fotos

Nunca me ha entusiasmado demasiado el fútbol, pero esa noche vi un partido casi completo: parece ser que era uno muy importante y todo el mundo quería verlo. Tras recorrer un montón de bares buscando un sitio en el que lo pusieran, al final lo vimos en una casa de apuestas. Lo más interesante era ver en las pantallas como iban cambiando las apuestas según avanzaba el juego, cada vez tendiendo más hacia el equipo que parecía que iba a ganar. En cualquier caso, tras los noventa minutos mi opinión acerca del fútbol sigue siendo la misma: no está del todo mal, pero me parece que hay cosas más interesantes.

El "Goldenes Dachl" (Tejado dorado) se encuentra en la calle principal de la ciudad

Al día siguiente salimos muy pronto de Innsbruck y fuimos a Füssen, donde se encuentran algunos de los castillos de Luis II de Baviera. El viaje hasta ahí fue impresionante, ya que la mayor parte fue por carreteras de montaña: pasamos un puerto y cruzamos bosques nevados según avanzabamos por los Alpes. Eso si, también nos encontramos con un atasco considerable debido a unas obras que bloqueaban uno de los sentidos de la carretera, pero al final conseguimos llegar. Vimos el castillo de Neuschwanstein, que probablemente sea el más conocido, ya que Disney lo utilizó como inspiración para La bella durmiente.

Los andamios en la parte inferior se deben a que estaban renovando la fachada

El castillo se encuentra en la cima de una montaña y realmente parece sacado de un cuento de hadas. No nos dio tiempo a verlo por dentro, pero dimos una vuelta por el entorno: hay un camino que lleva a la Marienbrücke, que es un puente de madera a noventa metros de altura que cruza un desfiladero entre dos montañas cercanas al castillo. Da bastante vertigo ver el fondo del valle a través de las rendijas que hay entre las tablas de madera que forman el suelo del puente, pero la vista merece la pena. Mientras cruzabamos empezó a nevar, por lo que el sitio era aún más sobrecogedor.

Los lagos estaban sumidos en la niebla: a la derecha, otro castillo de Luis II

Al otro lado del puente el camino termina, pero hay algunos senderos que suben por la montaña: siguiendo uno de ellos, llegamos a una pequeña plataforma desde donde la vista era aún más llamativa. Eso si, fue una pena que hubiera tantas nubes, ya que apenas se veían los lagos que rodean el castillo. Desde ahí ya volvimos a los coches, ya que no quedaba mucho tiempo antes de que saliera el tren que teníamos que coger los que no seguíamos hasta Salzburg. Salimos de Füssen hacia las tres de la tarde y llegamos a Darmstadt pasadas las once de la noche, tras cinco cambios de tren.

Vistas desde la carretera de montaña: no creía que volviera a ver nieve este año!

También había conexiones más rápidas, pero aprovechamos un billete válido en trenes regionales para cinco personas durante todo el día: es decir, no podíamos coger trenes rápidos. En principio sólo eramos dos, pero se apuntó un alemán que iba a Stuttgart, de manera que nos salió aún más barato. El alemán estaba en Füssen porque acababa de empezar ahí el servicio militar: sólo llevaba cinco días, pero ya nos pudo contar un montón de experiencias. La verdad es que no entiendo porqué sigue siendo obligatorio en Alemania, ya que tiene bastante más sentido que sólo lo hagan quienes realmente tengan interés por ello.

En la mayoría de albergues dormíamos en habitaciones de diez personas

Llegué a casa a las doce de la noche y al día siguiente ya empezaban las clases del segundo semestre, por lo que el cambio fue bastante brusco :D En cualquier caso, el viaje fue estupendo :) El viernes me pasaron las fotos: al llevar ocho camaras, en total hay casi 2000 imágenes del viaje. Las he subido a la galería en versión reducida, pero con suficiente calidad por si alguien quiere echarles un vistazo. Con este viaje termina el recorrido que describía a mediados de Marzo: desde Paris hasta Neuschwanstein, han sido unas semanas geniales y me alegro mucho de haberlas pasado con gente tan estupenda! :)

San Sebastián

Poco después de llegar a Madrid tras haber estado unos días en Paris, continué el viaje hacia San Sebastián con algunos amigos. Fueron seis días estupendos, ya que me apetecía muchísimo hacer un viaje con ellos, aunque fue una pena que al final no pudieran venir todos. Durante el viaje tuve la oportunidad de volver a darme cuenta de la suerte que tengo de haber conocido a personas tan geniales :) Fuimos en dos coches, por lo que pudimos aprovechar los Walkie-Talkies del viaje a la última Euskal: entre el ruido y los cortes, suelen resultar conversaciones muy curiosas :D "Rojo-2 a Rojo-4, viene un camión a velocidades absurdas!"

Atardecer en la Bahía de la Concha

Nuestra intención era parar a comer algo rápido cerca de Vitoria, pero buscando un sitio al final llegamos hasta el centro de la ciudad. Lo más complicado fue volver a salir de ahí, ya que parece ser que toda la señalización guía a trayectorias circulares en torno al centro :D Justo cuando entrabamos a San Sebastián se acabó la pila de uno de los Walkie-Talkies, por lo que casi perdimos al segundo coche, pero al final llegamos bien. A pesar de que la casa es muy pequeña, conseguimos organizarnos para caber cinco personas: dos camas, dos sofás y una colchoneta que se desinfla a las seis horas, de manera que sirve de despertador automático.

Saltando por encima del horizonte

Todos los días salíamos de casa a ver algo, pero también aprovechamos el tiempo para dormir mucho, cocinar tranquilamente y jugar innumerables partidas de Tabú / Scrabble / Monopoly. Al no tener Internet en casa para comprobar las palabras, aparecieron combinaciones muy dudosas en el tablero de Scrabble, como por ejemplo "badenado", refiriéndose a un paseo con badenes. La única manera de tener conexión era bajando a los soportales del edificio de al lado, en donde hay una red inalámbrica desprotegida. Eso si, los vecinos miraban un poco extrañados al ver a cinco personas con tres portatiles en el patio interior :D

Unos vecinos nos preguntaron que hacíamos: poco después, la red desapareció :(

Ya uno de los primeros días decidimos construir un castillo de arena en la playa. El primer intento no fue muy exitoso, ya que la marea destruyó nuestra obra de arte antes de que estuviera completada, pero dos días después lo conseguimos. La planta del castillo tenía forma de "Omnomnomogon", es decir, de Pac Man. En el centro pusimos una torre de triple altura y las murallas estaban defendidas por torres dobles. Además había un puente de entrada para cruzar el foso que rodeaba la construcción. Eso si, no pasaron ni cinco minutos desde que nos fuimos antes de que unos niños diabólicos lo destruyeran :(


Las únicas herramientas que utilizamos fueron un cubo y una pala de plástico rota

Dimos paseos a lo largo de la playa, por el centro de la ciudad y por los montes que rodean la bahía en la que se encuentra San Sebastián: algunos días hizo bastante viento, por lo que pudimos comprobar la furia del mar chocando contra las rocas de la costa. Las olas llegaban bastante alto y salpicaban cada cierto tiempo el paseo, pero por suerte no acabamos calados. También pudimos ver la puesta de sol, que inundaba el cielo de colores increibles que se reflejaban en el agua de la bahía. El penúltimo día hicimos una excursión a Zarautz, donde pudimos ver a un surfista en la playa bajo regueros de lluvia.


En el Peine del Viento, obra de Chillida

Al igual que en otros viajes, me sorprendió la gran variedad de comidas que saben hacer mis amigos: aunque ellos digan que no son platos dificiles, a mi me parecieron muy elaborados! Desde puré de patatas hasta hamburguesas caseras pasando por crepes caseras, comimos muy bien. Eso si, tardabamos dos horas en hacer la comida :D Para facilitar la respuesta a la pregunta estándar de mi madre "¿Que habéis comido?", hice fotos de casi todos los platos: están en la galería, junto con las restantes imágenes del viaje. También he puesto las fotos del viaje a Paris que comentaba en la entrada anterior.


Esta foto está hecha poco después que la anterior: efectos de los ajustes de la camara

Para evitar problemas con las restricciones indefinidas del hosting, he reducido el tamaño de las imágenes a un megapíxel. Esa resolución debería ser suficiente para echar un vistazo a la galería: si alguien quiere las fotos al tamaño original, se las paso. Para evitar descargas lentas, al día siguiente después de volver del viaje quedamos para intercambiar fotos y de paso ver las peliculas de la trilogía original de Star Wars seguidas. Acabamos a las seis de la mañana, pero sin duda alguna mereció la pena :D