Reconozco que me falta cultura general. Cuando juego al Trivial, casi siempre pierdo. En geografía, hay muchos paises que solo se localizar de forma aproximada en un mapa. Hay muchas capitales que desconzco. En cuanto a historia, para mi las familias reales que han gobernado las distintas partes del mundo son un único entresijo indescifrable de herederos y sucesiones. A pesar de que me gusta el cine, hay una gran cantidad de peliculas muchas veces calificadas como esenciales que desconozco. Hasta en ciencia, las únicas valencias quimicas de las que me acuerdo son las del estaño: 2 y 4, porque me lo aprendí en el 2004.

El Trivial nunca me pareció trivial
Solucionar esa situación no debería ser complicado, ya que conocimientos puede tenerlos cualquiera. Sin duda alguna, hasta un cierto nivel es imprescindible para poder solucionar problemas más complejos. Sin embargo, a partir de ese umbral, ¿por qué empeñarse en utilizar la cabeza para el mero almacenamiento de datos, cuando una maquina puede hacer lo mismo infinitamente mejor? Estando delante de un ordenador, se tarda menos de 10 segundos en averiguar que la capital de Moldavia es Chisinau. O que el padre de Carlos V era Felipe I. Incluso que el director de "Lo que el viento se llevó" fue Victor Fleming.

Una enciclopedia impresa está anticuada hasta antes de comprarla (Foto por omega3r)
Antes este razonamiento se podía atajar argumentando que eso solo era posible estando conectado a Internet en casa. Ya no. Cualquier smartphone es capaz de proporcionar acceso a todos los datos que se puedan necesitar y la tendencia es que cada vez la información no solo sea accesible en cualquier momento, sino también en cualquier lugar. La infraestructura fija de Internet mueve cantidades inimaginables de datos en cuestión de milisegundos de un extremo del planeta al otro. Mediante las redes de acceso inalámbricas, esas masas de información empiezan a inundar no solo los mundos virtuales, sino también el mundo real.

Internet en 2005 (Mapa del proyecto Opte)
La visión de una realidad en la que cualquier persona pueda acceder a cualquier dato público en cualquier momento y lugar de forma interactiva con su entorno es lo que me ha impulsado a dedicarme a la investigación de redes inalámbricas ad hoc. En mi imaginación, las personas pueden acceder a una red inteligente y ubicua de gran capacidad no solo a través de un móvil o un portatil, sino incluso mediante una interfaz directa al cerebro. Llegado ese momento, podremos relegar por completo el almacenamiento a las maquinas y utilizar la cabeza para lo que realmente sabe hacer mejor que cualquier circuito: pensar y crear.

Persona sumergida en una red inalámbrica (Imagen ©2011 DemetriusD)