Nordeuropa

Esta entrada es muy larga, ya que describe un viaje de seis días: son más de 3400 palabras, asi que a lo mejor es conveniente leerla con calma o dividirla en varias partes

A principios de Agosto me propusieron hacer un viaje en Octubre por el norte de Europa, ya que para esas fechas había buenas ofertas: el plan era visitar Riga, Estocolmo y Copenhague a lo largo de una semana. No dudé en apuntarme, ya que hasta entonces nunca había tenido la oportunidad de visitar esa parte de Europa. Además, la organización del viaje sonaba genial, ya que viajaríamos por tierra, mar y aire, utilizando todo tipo de medios de transporte para recorrer más de 3500 km. El 20 de Octubre comenzamos un viaje estupendo, en el cual he conocido lugares y ciudades increibles.

He tomado prestado el mapa del blog de Pablo

El primer destino era Riga, capital de Letonia. Es la ciudad menos turística de las tres que ibamos a visitar, por lo que podría surgir la duda de cual fue la razón que nos impulsó a incluirla en nuestro recorrido. Sin duda alguna, tuvo cierto peso el hecho de que Ryanair vuele a esa ciudad por módicos 19 € desde el aeropuerto de Frankfurt-Hahn :D El vuelo salía a las 07:20 de la mañana, lo que no hubiera sido un inconveniente si no fuera porque el aeropuerto está perdido en medio de la nada, a 120 km de Darmstadt. Por la noche apenas hay autobuses que lleven ahí, por lo que parecía que tendríamos que pasar la noche en el aeropuerto.

Desayunando en el aeropuerto de Frankfurt-Hahn a las 06:45 de la mañana

Por suerte, al final encontramos una solución mucho más cómoda, que consistió en alquilar un coche por un día. Salimos a las 04:30 en punto de la madrugada y, tras cruzar un Darmstadt desierto y solitario, empezamos el viaje. A las 06:00 en punto llegamos al aeropuerto: era la segunda vez que volaba con Ryanair, pero esta vez no hubo tanta suerte como la primera, ya que insistieron en pesar el equipaje de mano. Me pasaba por un kilo, así que simplemente saqué de la maleta dos jerseys y me los puse uno encima de otro. Lo que todavía no intuía entonces es que por el frío iba a hacer todo el viaje con dos jerseys :D

El vuelo salió puntual e incluso llegó con veinte minutos de adelanto a Riga

Tras un vuelo de unas dos horas y un salto en el tiempo debido al cambio de franja horaria, llegamos a Riga. Lo primero que hicimos fue cambiar dinero, ya que en Letonia no hay Euro, al igual que en los otros dos paises que ibamos a visitar. La divisa local es el lats letón, que vale un poco más que el euro, por lo que al final uno siempre gasta más de lo que cree. Sin duda alguna, Riga fue la ciudad más barata de las tres que visitamos. Al buscar albergues, encontré uno por poco más de 4 €/noche, pero al final decidimos tirar la casa por la ventana e ir al caro, que costaba la astronómica cifra de 8 €/noche.

El albergue se llamaba "Tiger Hostel", lo que se reflejaba claramente en las sábanas

Siguiendo la mentalidad lujosa, fuimos al albergue en taxi en vez de autobús. El hostal estaba bastante bien: lo más sorprendente fue que, aparte de WiFi, cada habitación tenía un ordenador con Internet. En seguida salimos a dar una vuelta por la ciudad, que resultó ser realmente interesante: el centro de la ciudad está lleno de iglesias y edificios históricos que se remontan al Siglo XIII. En la plaza central se encuentra el Museo de la Ocupación, cuyo aspecto cúbico y masivo, envuelto en el frío gélido que hacía aquel día, parecía transmitir los horrores de la ocupación del pais por alemanes y rusos desde 1940 hasta 1991.

Plaza central de Riga: lo que no sale en la foto es el frío que hacía

Las calles empedradas del centro histórico de Riga estaban casi desiertas, pero luego llegamos a zonas más animadas. El centro está delimitado por un canal, a cuyas orillas hay un parque muy bonito que ahora en Otoño estaba inundado de tonos amarillos. Un detalle que me llamó la atención al andar por las calles de Riga fue que en algunos pasos de cebra, los semáforos para peatones eran iguales que los de los coches: es decir, en vez de ser un simbolo de peatón, eran tres discos de colores rojo, verde y amarillo. Desconcertaba bastante, ya que parecía que andabamos por la calzada en vez de por las aceras :D

El canal y el parque forman una especie de cinturón verde alrededor del centro

Al día siguiente visitamos un mercado impresionante, que se encuentra en unas naves que originalmente eran hangares para zepelines. Había una infinidad de puestos, en los que vendían de todo: desde comida hasta souvenirs, pasando por sofás y bicis. Costaba andar por los pasillos, ya que había muchísima gente. Después de comer nos dirigimos hacia el puerto de Riga, ya que a las 17:30 salía nuestro barco hacia Estocolmo. Por si acaso, llegamos con bastante tiempo a la terminal de pasajeros e hicimos el check-in. Todo parecía ir bien, hasta que de pronto Gonzalo y Ruth se preocuparon por los 8 lats que nos sobraban.

Las puertas correderas de la nave habían sido sustituidas por grandes ventanales

Decidieron aprovechar el tiempo antes de que saliera el barco para ir a buscar un supermercado y comprar algo de cena con los 8 lats. Todavía quedaba una hora para que saliera el barco cuando se fueron. Pasó el tiempo, y ya sólo quedaban treinta minutos. Luego veinte. Después quince. Eramos los únicos que todavía no habían embarcado, asi que les llamamos para saber donde estaban. Tras oir por teléfono el nada tranquilizante "¡Pip!" que hace una caja registradora al pasar un artículo, les sugerimos que se dieran prisa. Según contaron, corrieron como nunca: por suerte, llegaron a tiempo. Sin compra y con 8 lats :D

El barco que cogimos fue construido en 1986 y renovado en 1992

Embarcamos en el MS Silja Festival, un ferry-crucero enorme con capacidad para 1886 pasajeros y 300 coches. La travesía a Estocolmo dura más de quince horas, por lo que pasamos la noche en el barco. Como habíamos cogido la oferta más barata, nuestros camarotes estaban en el piso más bajo de los nueve que tiene el barco, probablemente debajo de la línea de flotación. Lo más curioso es que los camarotes tenían cortinas que tapaban una ventana falsa, supongo que para reducir la sensación de claustrofobia. Eso sí, las habitaciones estaban bastante bien, ya que cada una tenía su propio baño con ducha incluida: ¡todo un lujo!

La puerta de los camarotes se abría con un código de barras impreso en el billete

En nuestra planta había un cine y una sauna. Por encima estaban los coches y, en los siguientes pisos, los camarotes de más categoria. En las últimas plantas había de todo: varios restaurantes, un supermercado, una tienda de regalos, un casino, salas de reunión, un escenario para conciertos, una discoteca... El barco zarpó puntual y aprovechamos las últimas horas de luz para ver el paisaje desde la cubierta. Antes de llegar al Golfo de Riga, recorrimos el río que une la ciudad con el Mar Báltico, pero ya antes de llegar a la desembocadura apenas quedaba luz. Poco a poco, nos acostumbramos al vaivén del barco.

A los lados del río se veían innumerables gruas cargando barcos

Como era de esperar, los restaurantes del barco no eran baratos, por lo que el intento fallido del supermercado en Riga se volvió cada vez más traumático: al final, nos decantamos por una cena minimalista en el bar. Por la noche subimos al "Panorama Bar", que incluye tanto la discoteca como unos grandes ventanales al mar. Era una imagen increible. La luna iluminaba la infinita extensión del mar, mientras el barco se abría paso por las gélidas aguas del Mar Báltico. De fondo, los focos multicolor de la discoteca se reflejeban en los ventanales y la música era incapaz de competir con las inmensas masas de agua que nos rodeaban.

A pesar de que el grupo que tocaba estaba muy bien, apenas había espectadores

Encontré una zona con WiFi gratis que funcionaba incluso cuando el barco estaba en el mar, fuera del alcance de cualquier red de telefonía móvil. A juzgar por el impresionante retardo que tenía la conexión, parecía un acceso por satélite. Tras actualizar Twitter y dormir unas cuantas horas, llegamos a Estocolmo a las 08:30 de la mañana. Al subir a la cubierta para ver como el barco llegaba al puerto, me llevé una gran sorpresa: ¡todo estaba nevado y envuelto en niebla! Al otro lado del puerto había otro ferry enorme que parecía un barco fantasma, ya que la niebla apenas dejaba distinguir su contorno.

El tiempo era ideal para tomar el sol en la cubierta del barco

Nada más llegar a Estocolmo, quedamos con Luciano, que nos guió al albergue y nos enseñó un restaurante barato para comer. El menú del día era estupendo, ya que incluía buffet de ensaladas, jarra de agua estilo Teleco y café / té casi ilimitado. Por desgracia, fue una de las pocas cosas baratas de Estocolmo :D Por supuesto, en Suecia tampoco hay euro, sino coronas: para no sentir tanto lo que nos estaban cobrando, esta vez optamos por el dinero de plástico. Por la tarde visitamos el centro histórico de Estocolmo, que cubre una de las catorce islas que forman la ciudad y por el que discurren estrechas callejuelas.

La jarra de agua es inconfundible: es el mismo modelo que las de la cafetería de Teleco

Estocolmo también es conocida como la "Venecia del Norte", ya que el agua está presente por todas partes: es realmente una ciudad muy bonita. Casas, calles, puentes y barcos se mezclan y dan lugar a un paisaje espectacular. Por la noche cenamos en el albergue, ya que tenían cocina y además ofrecían pasta gratis para todo el mundo! La verdad es que el albergue era bastante curioso, ya que estaba distribuido por varias casas vecinas del casco antiguo, que habían sido conectadas entre si mediante un sistema laberíntico de escaleras y pasillos enrevesados: tras cada esquina, se abría un mundo nuevo :D

Las catorce islas de Estocolmo están conectadas entre sí mediante 57 puentes

Como era de esperar, las cocinas estaban llenísimas de gente comiendo pasta, pero por suerte al día siguiente encontramos un salón señorial en una parte remota del laberinto, en donde pudimos desayunar y cenar agusto. Por la tarde, Luciano nos comentó algunos sitios asequibles a donde ir después de cenar. De pronto, se quedó pensativo y añadió: "Y claro, también está el Ice Bar, aunque es muy caro". Se refería al Absolut Ice Bar Stockholm, un bar en el que casi todo es de hielo. Las unicas excepciones son el suelo y el techo: paredes, mesas, sillas, barras, esculpturas e incluso los vasos son de agua congelada.

Camino desde nuestra habitación hasta la cocina: escaleras, códigos, puertas...

Al principio no estabamos seguros si ir, ya que la entrada sin reserva son unos 19 €. Aunque al principio dudamos, al final decidimos ir. Además, luego resultó que con bebida no alcohólica "sólo" eran 14 €, asi que incluso nos pareció barato :D Al llegar, nos dieron a cada uno una especie de capa gorda contra el frío con guantes y capucha incluidos, ya que el interior del bar está a -5 ºC. Tras pasar por una puerta hermética, entramos en una especie de congelador enorme que contiene el bar. Sin duda alguna, mereció la pena: la sensación de sentarse en un banco de hielo y apoyar el vaso de hielo sobre la mesa de hielo mola mucho!

Aparte de la bebida, echaban un líquido al vaso, que podría ser anticongelante

Aunque no lo probé, es interesante estar en un bar en el que te puedes beber tanto el contenido del vaso como el propio vaso. También hicimos la prueba de mantener el vaso un rato contra la pared de hielo: tal y como era de esperar, el vaso se quedó pegado a la pared :D Sólo estuvimos una hora, ya que después de un rato se empezaba a notar el frío, pero la experiencia estuvo muy bien. Ahora ya se como se sienten las verduras congeladas! Lo siguiente sería pasar una noche en el hotel de hielo, que también está en Suecia, pero no se si podría aguantar tanto tiempo a -5 ºC.

El Ice Bar se rehace cada cierto tiempo con un tema nuevo: el actual se llama "aquatic"

Al día siguiente visitamos el Museo Vasa, que nos recomendó Luciano y que es realmente impresionante. Se trata de un edificio enorme en el que exponen un barco de guerra original del Siglo XVII que se hundió en su viaje inaugural poco después de salir de Estocolmo. El pecio fue reflotado casi intacto en 1961, por lo que pudo ser restaurado por completo. Ahora se expone en este museo, que muestra todo lo que se encontró en el barco, desde monedas hasta cacerolas, pasando por los esqueletos de los que no pudieron salvarse. Ver el barco y ser consciente de que ha estado siglos en el fondo del mar es sobrecogedor.

Como era de esperar, el barco sólo se puede ver por fuera

Después fuimos a ver Skansen, un parque enorme que a la vez es museo y zoo. Fue fundado en 1891 para mostrar el modo de vida sueco en los últimos siglos, ya que el pais estaba cambiando mucho debido a la industrialización. Cubre un area de 75 acres y contiene un montón de construcciones originales suecas, que fueron trasladadas al museo desde distintas partes de Suecia: granjas, iglesias, escuelas rurales... Lo más llamativo fue que en algunos de los edificios había gente vestida de época, que actuaban como si realmente vivieran ahí y contaban la historia del edificio. Además, hay un zoo con los animales tipicos de Suecia.

En una granja nos encontramos de pronto con esta mujer que tejía

Al anochecer, Romain y yo aprovechamos para visitar el Metro de Estocolmo, ya que tiene algunas estaciones muy llamativas en la que la roca se ha dejado a la vista tras la excavación. Cada estación tiene una temática distinta, que define su decorado: por ejemplo, la primera que vimos imitaba ruinas romanas, mientras que en otra se exponían obras de arte criticando la contaminación del mar. Al día siguiente continuamos el viaje hacia Copenhaguen, pero esta vez en el tren de alta velocidad sueco, llamado X2000. Realmente no son tan rápidos, ya que "sólo" van a 200 km/h, pero a cambio son muy cómodos :D

Estación del Metro de Estocolmo: ¿cual será la relación entre las ruinas y la farola?

La parte más emocionante del viaje en tren llegó a pocos kilómetros del destino, cuando cruzamos el puente de Oresund, que une Suecia con Dinamarca. Se trata del puente atirantado más largo de Europa: tiene una longitud total de 7,8 km, que incluyen un tramo de puente y otro de túnel. Tiene dos niveles para permitir tanto el paso de trenes como de coches y está a una altura de 60 metros sobre el mar. El túnel está en la parte danesa, ya que el aeropuerto de Copenhague está muy cerca y un puente hubiera sido peligroso. Para hacer la conexión entre el túnel y el puente, la solución es evidente: una isla completamente artificial :D

Vista del puente de Oresund desde Copenhague

El hostal de Copenhague también fue una experiencia, ya que era un contraste en si mismo. Realmente era un hotel, pero la planta sotano funcionaba como un albergue. El contraste se debía a que, por un lado, nuestra habitación para seis personas era mínima y tenía el espacio justo para dos literas triples a las que se subía con una escalera de mano. Por otro lado, el desayuno era un buffet de lujo y disponíamos de un salón enorme con billar casi para nosotros solos. La verdad es que cada albergue es un mundo: en este caso, no era tan laberíntico como el de Estocolmo, pero los sotanos del hotel eran bastante enrevesados.

Estaba prohibido jugar al billar después de las 23:00 para no hacer ruido

Aquella tarde sólo nos dio tiempo a dar un paseo corto antes de que se hicera de noche, pero vimos Nyhavn, un pequeño pero famoso puerto en el centro de la ciudad. Se trata de una especie de canal bordeado de coloridos edificios cuyos dueños aparcan sus barcos justo delante de casa. Los bajos de las casas están llenos de restaurantes y terrazas de precios prohibitivos. Por cierto, no me he confundido al hablar de terrazas: a pesar del frío gélido, la gente cenaba al aire libre gracias a calentadores. Nosotros acabamos en un restaurante muy curioso, que estaba en una plaza centrica y estaba decorado como un vagón de tranvía!

La foto esta hecha desde un puente levadizo que al día siguiente vimos abrirse

Gracias a una amiga de Pablo y Ruth que está estudiando en Copenhaguen, al día siguiente nos dio tiempo a ver un montón de cosas, ya que nos explicó que era lo más importante. Por ejemplo, subimos a un observatorio astronómico que está en la torre de una iglesia y desde el cual se tiene una vista estupenda de la ciudad. También vimos el Kastellet, una fortificación enorme que parece sacada de un FPS multijugador. Al lado está "The Little Mermaid", una estatua de una sirenita bastante reciente, pero que se ha convertido en una atracción turística. Bueno, realmente no estaba, ya que se la han llevado a la Expo de Shangai.

El Kastellet está rodeado por un canal de agua en forma de estrella

La verdad es que Copenhaguen es una ciudad preciosa: casas coloridas, iglesias impresionantes, parques enormes... Recorrimos el borde del canal que la cruza, conectándola directamente con el Mar Báltico, y a cuyas orillas se encuentra la ópera y la reciente ampliación de la biblioteca nacional, también conocida como "El Diamante Negro". Fue justo delante de ese edificio donde mi pierna adquirió unos cuantos rasguños: queriendo hacer una foto mientras andaba, tropecé con un enorme tiesto de metal, lo que tuvo como consecuencia que el tiesto, la camara y yo acabaramos por los suelos. Fue una pena que nadie lo grabara :D

La tormenta se acercaba mientras yo tropezaba con uno de los tiestos de la derecha

Terminamos la tarde visitando La Ciudad Libre de Cristiania. No tenía ni idea de su existencia hasta llegar a Copenhague, pero la visita mereció la pena. Se trata de una antigua base militar abandonada que fue cedida a los vecinos bajo unas condiciones especiales, dando lugar a un barrio autónomo auto-proclamado. Se rige bajo una ley propia declarada en 1989 que concede muchas libertades a sus 850 residentes. Lo más llamativo es que se toleran las drogas blandas, por lo que en la plaza central hay una gran variedad de puestos en los que se pueden adquirir, rodeados de un mar de señales que prohiben hacer fotos.

Entrada a Christiania: en el reverso del cartel pone "You are now entering the EU"

Según la Wikipedia, la estructura organizativa de Christiania se corresponde a la de una comunidad anarquista y está definida como micronación. Andar por sus calles recuerda hasta cierto punto a juegos del estilo de Stalker o Fallout: los edificios están cubiertos de pintadas artísticas y la gente se congrega en torno a viejos bidones en los que una hoguera calienta el ambiente. Sin embargo, pocos metros más adelante empieza un lago en torno al cual hay algunas casas en las que viven familias que pasean a sus hijos en pony por los caminos que forman el barrio. La verdad es que me gustó mucho conocer Christiania.

Christiania se define como una zona libre

A la mañana siguiente volvimos a Darmstadt en tren: habíamos encontrado una oferta estupenda, con la que el trayecto desde Copenhagen a Frankfurt en ICE nos costaba 39 €, haciendo un sólo cambio en Hamburgo. Mirando un mapa de Europa, uno se puede preguntar como es posible que haya tren desde la capital danesa a Alemania, cuando la línea recta pasa por el mar. La respuesta es muy sencilla: el ICE llega hasta la costa, se sube en un ferry y continua el viaje en el otro lado :D Sin embargo, en el andén de la estación de Copenhagen no había ningún ICE, sino unicamente un tren regional.

Excepto este tipo de carteles, el letón, el sueco y el danés resultan incomprensibles

A pocos minutos de la salida, un revisor se acercó a los pasajeros extrañados que aun esperabamos ver entrar un aerodinámico ICE en la estación, e insistió en que subieramos al tren regional mientras gritaba "Hamburg! Hamburg!". Con cierta desconfianza subimos al tren, que no nos llevó a Hamburgo, pero que por suerte nos dejó en el puerto del ferry que cruza a Alemania. Según lo que me contaron al día siguiente, parece ser que se había averiado el sistema que permite al ICE entrar en el barco, por lo que no había podido llegar hasta Copenhagen. Efectivamente, al otro lado nos esperaba un flamante ICE :)

Los trenes ICE que suben a los barcos son diesel, ya que no hay catenaria

Esa conexión por mar entre ambos paises es conocida como Vogelfluglinie y se inauguró en 1963. El barco tarda 45 minutos en recorrer los 18 km que separan Alemania de Dinamarca, durante los cuales se tienen vistas estupendas desde la cubierta. Por ejemplo, se puede ver un parque eólico marino enorme que se extiende ante la costa de Dinamarca: es impresionante ver los aerogeneradores gigantes en la linea del horizonte, rodeados unicamente por mar. Durante la travesía nos cruzamos con otros ferrys idénticos, ya que en total hay cuatro barcos cubriendo el trayecto cada media hora.

Los aerogeneradores son mucho más eficientes en mar que en tierra

Unas horas más tarde llegamos a Hamburgo, donde tuvimos el tiempo justo para hacer honor al nombre de la ciudad y comer una hamburguesa antes de que saliera el siguiente ICE que nos llevaría hasta Frankfurt, a donde llegamos con unos pocos minutos de retraso. Por ello, perdimos la conexión a Darmstadt, asi que hablamos con el revisor de un InterCity para el que no teníamos billete. "Vaya por Dios, ¿que el ICE ha llegado con retraso? ¡Que vergüenza, como es posible que pase eso!" contestó con mucha ironía a nuestra pregunta de si nos dejaba subir al tren. "¿Sólo a Darmstadt? ¡Pues claro, subid!".

Nunca había recorrido tantos kilómetros por mar como en este viaje

Pocos minutos más tarde llegamos a Darmstadt, donde terminó el viaje. Fueron seis días estupendos con un montón de experiencias emocionantes, que he intentado contar en esta entrada para compartirlas con quien quiera leerlas. En la galería hay muchas más fotos: he reducido la resolución para que no ocupen demasiado espacio en el servidor, pero tienen calidad suficiente por si alguien quiere verlas. Después de terminar un viaje así, me pregunto a qué estoy esperando para empezar el siguiente, ya que aún me quedan una infinidad de sitios por conocer y descubrir: es sobrecogedor pensar en lo grande que es el mundo :)

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