Recuerdo que hoy hace cuatro años andaba por la noche de camino al albergue de Darmstadt. De golpe, me acordé de todas las preocupaciones del verano que acababa de terminar. Entre el viaje y la llegada a Alemania, el día había sido tan intenso que no me había dado tiempo a pensar en aquello. Me sentí muy aliviado y alegre al darme cuenta. "Aquí" - pensé - "eso no me afecta". Y seguí caminando por la noche imaginando lo guay que iba a ser todo.
Una parte del plano que fue mi guía los primeros días: el albergue está al lado del lago
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