El Gran Lago Salado

Tras una fachada supuestamente art-déco, aquello era un motel que parecía salido directamente de una sangrienta pelicula de Tarantino. Mientras arrastraba mi maleta por el pasillo abierto al aire libre de la tercera planta, ni me atrevía a ojear las ventanas de las habitaciones en las que suponía todo tipo de asesinatos. En la lejanía sonaba la conocida bocina de un tren de Amtrak que se escucha de fondo en la llamada de los secuestradores y que permite a la policia saber donde están. A pesar de los lúgubres presagios, sobreviví la noche en Salt Lake City. No sabía que esperar de aquella ciudad, pero al final me sorprendió muy positivamente!

El gran lago salado al atardecer desde el avión, con salinas en primer plano

El motivo del viaje fue un congreso, que tuvo lugar en las montañas cerca de Salt Lake City

Se trata de una zona de esquí, pero en Octubre las máquinas de nieve aún descansaban

La cena del congreso fue en lo alto del "Hidden Peak", a más de 3000 metros de altura

Vistas desde el restaurante sobre lo que en unos meses serán pistas de esquí

A menudo había letreros muy altos, pensados para cuando hay varios pies de nieve

El paisaje estaba plagado de remontes abandonados durante los meses "calurosos"

Sobre todo al caer la noche, a semejante altura no hacía ningún calor

La ciudad de Salt Lake está al pie de las montañas en las que fue el congreso

Una paloma posa en la cubierta ajardinada de la biblioteca municipal de Salt Lake City

Viajar en tranvía es gratis en el centro de la ciudad

Si contratara un catering para una celebración, no se yo si elegiría Dunkin' Donuts

Salt Lake City fue fundada por los mormones, que construyeron ahí su templo

Aparte del templo, también tienen un inmenso tabernáculo para grandes celebraciones

Skyline de Salt Lake City frente a la cordillera de las montañas Wasatch

Open House

La mayoría parecían estudiantes de arquitectura. En cierta manera, eso era de esperar. A pesar de que el Open House hubiera atraido principalmente a un público bastante específico, ahí había una cola de cien personas para entrar a ver el edificio de la Fundación Francisco Giner de los Ríos. Tras esperar tres turnos de treinta personas cada uno, al final entramos. Un voluntario nos guió primero por el jardín, luego por el patio, y finalmente nos llevó al auditorio que se esconde debajo del patio. El lugar es un filón para fotos. Las mías fueron un tanto aleatorias ya que la visita fue muy corta, pero alguna salió aceptable.

La fachada del edificio está cubierta de infinitas varillas de acero

Las plantas del jardín conquistan poco a poco la dureza gris de las varillas

El telón de acero no llega a tocar el suelo

El auditorio está dividido en varias áreas separadas entre sí por muros

La mayor parte de las butacas ve el escenario literalmente a través de una ventana